top of page

Prensa sobre 

Gilda

REVISTA: PRONTO

TITULAR: El ángel de la bailanda, más vigente que nunca

FECHA: Set 2006

PAÍS: ARGENTINA

Gilda

El ángel de la bailanta, más vigente que nunca

 

Mito indiscutible, su presencia crece con el paso del tiempo. Sus canciones dan contexto musical a los programas de televisión más convocantes del país y son adaptadas por los artistas top del exterior. A diez años de su trágica muerte, una reseña de su corta, pero vertiginosa carrera; y en el compacto que regala esta edición, sus canciones más recordadas.

Por siempre, Gilda

En el cartel de una legendaria película dirigida por Charles Vidor, en 1946, rezaba: -Nunca hubo una mujer como Gilda- (There never was a woman like Gilda). Ese anuncio se refería a una mujer de cara angelical y presumible ingenuidad, que de pronto mutaba en indomable, en una diosa de belleza insultante, que conseguía y hacía lo que quería. Sin duda alguna, una de las “femme fatale” de la historia de Hollywood: Rita Hayworth, ¿Quién más que ella? La jovencita nacida en Brooklyn que llevó al matrimonio al genial Orson Welles y después al príncipe Ali Khan se elevaba en ese film a la categoría de mito erótico, convertida en inspiración de millones de soñadores y, por qué no, en sus proyecciones. 


En eso estaban Omar Bianchi e Isabel Sciolli, habitantes de las latitudes porteñas de Villa Devoto, deseando eternizar en su recién nacida aquel nombre de película, encarnado por la diva. 


Aterrizaje forzoso, el Registro Civil, no lo aprobaba y entonces la beba fue Miriam Alejandra Bianchi. Puertas adentro, Gilda. Una criatura que a los 4 años mostró su precocidad aprendiendo a leer y escribir y, cuando creció, según cuentan, tuvo la ilusión de ser azafata o pediatra, un par de elecciones entre el Cielo y la Tierra… ¿Vaga intuición de su destino? 
Sin embargo, las circunstancias la llevaron a desempeñarse como maestra jardinera para aportar dinero a su hogar en un momento difícil. Y fue en ese territorio infantil que desplegó, su tendencia a bailar, cantar y disfrazarse. Disfrutaba con enorme placer organizando obritas de teatro e inclusive llegó a interpretar en algún acto escolar a Gladys “La Bomba Tucumana”, exponente de la música tropical, cercano en su estilo suave de feminidad acentuada.


Gilda se casó a los 18 años, tuvo 2 hijos y años después se separó. Tenía 29 años cuando se presentó a una convocatoria de vocalistas donde conoció a Juan Carlos “Toti” Giménez, músico y compositor que hasta 1991 había acompañado artísticamente a Ricky Maravilla y se convertiría en su pareja definitiva. De este modo se difundió el casual encuentro, aunque la versión que luego daría a conocer Gilda revelaba entre ambos una prehistoria, donde ya existía amistad desde la infancia y un día clave, en que volvieron a cruzarse viajando en colectivo. 

Más allá de las fronteras

Si bien la seducción que ejerció sobre el público latino de toda América fue categórica, sólo después de su muerte algunos medios del exterior analizaron el fenómeno Gilda. Tal el caso del diario La Opinión, de una ciudad estadounidense de enorme población hispanoparlante como Los Ángeles. En un articulo publicado a poco del accidente, el periódico señala: "A la fecha de su muerte, y con solo 35 años, Gilda es la mayor figura de la música de cumbia. También era la heroína de los pobres, porque esta música era mirada con desdén por los intelectuales de su país, reflejando los prejuicios de la Argentina blanca hacia la población mestiza".

La noche que U2 descubrió a Gilda

Hace un tiempo, durante una gira en México, el grupo U2 recibió una noche en una disco de la capital azteca. Allí se encontraban casualmente varios turistas argentinos, quienes le acercaron al DJ un compacto de Gilda para que lo pasara. Cuando le llegó el turno a Fuiste, Bono preguntó quién era la cantante. Le dijeron que se trataba de una artista argentina de la música tropical y él pidió que lo pasaran nuevamente. Cuando el conjunto regresó a ..., el representante envió un mail a la fonográfica Leader Music pidiendo todo el material disponible de Gilda. Se lo enviaron. Aún no hubo respuesta, pero no sería extraño que en poco tiempo, Bono y compañía sorprendan el mundo con una nueva versión de ese hit o de los muchos que integran el repertorio de la inolvidable cantante bailantera.

No resultó fácil entrar en el mundo bailantero. Los productores apostaban a otra imagen de mujer, mas estridente y voluptuosa. Hasta que en 1992, el sello Magenta, edita su primer material discográfico, titulado “De Corazón a Corazón”. De allí en más, Gilda quebró el concepto imperante abriendo paso a la cumbia con su recatada armonía física, su versión delicada de una mujer nocturna. Tenía aptitudes que aportaron a una combinación infalible: dulzura, calidez, determinación y talento. Sin contar que la angelical cantante sumaba a su belleza un procedente de varios deportes, clases de danza clásica y española, e incursiones en el teatro afirmando su presencia en el escenario con desenfadado dominio. 
Por entonces, alternaba, entre jardín y el espectáculo hasta que la convivencia de ambas profesiones fue inconciliable. La maestra de ingenuos infantes no podía transformarse de noche en una ninfa de minifaldas y provocativos contoneos. 


En esta encrucijada ganó el terreno artístico y, de alguna manera, Gilda trasladó el aula escolar al imperio de las luces. Con absoluta libertad y la misma alegría que abordaba al público menudo, desplegaba su caracterización de la primavera cubriéndose de flores o asumiendo el papel que su fantasía le dictara. 
En 1993 lanzó su segundo disco “La Única” y fue una de las figuras del Festival de la cumbia peruana, realizando en Lima más de una decena de actuaciones exitosas. Su popularidad creció con el tercer material discográfico “Pasito a Pasito” (1994) y su siguiente álbum, “Corazón Valiente”, se hizo acreedor del Disco de Oro, en 1996, con canciones como “Paisaje” –inolvidable hit de Franco Simone- “Fuiste, “Un amor verdadero” y “Jesucristo”, la canción de la comedia musical llevada al cine en Jesucristo Superstar. 


La fama de Gilda lindaba con a sugestión de numerosos fans, en vida, le atribuyeron facultades sanadoras. En varias ocasiones la cantante se vio obligada a aclarar que no era curandera, pero se acercaba con actitud efectiva a esa Fe que la gente depositaba en ella por ser su devoción más próxima. 


El 7 de Septiembre de 1996, se trasladaba a Chajarí (Entre Ríos) con toda su comitiva para cantar cerca de la medianoche. Llovía copiosamente y sobrevino una mala maniobra de un camión de origen brasileño a la altura del kilómetro 129 de la ruta 12. Gilda encontraba el punto final a su carrera artística junto a otras seis, personas, entre ellas su hija mayor y su madre, Isabel. Aquí comenzaba otra fase, la de su rauda ascensión al podio de los mitos, generalmente acompañada de muertes prematuras en el momento exacto de furor popular. Siete meses más tarde, varias emisoras de música tropical, transmitieron simultáneamente “No es mi despedida”, una canción compuesta por ella diez días antes de su muerte y grabada de manera casera. “Recuérdame a cada momento, porque estaré contigo,/No habrá distancia que te aleje, porque estarás conmigo,/me llevo tu sonrisa tibia, tu mirada errante,/desde ahora en adelante vivirás dentro de mí…”, afirma parte de su letra anticipándose a esa instancia de rasgos mágicos que desataría su desaparición física. 

En un programa televisivo reciente dedicado al boxeo, Guillermo Vilas hizo alusión a esas estrellas de luz inusual, que cada tanto se inscriben en la historia de una cultura, reflexionando acerca de sus destinos. En la inquietante diferencia entre consumirse y apagarse. Consumirse por ley natural, llevando la profesión hasta donde la valentía la sostenga aunque arrecien los deterioros. O apagarse abruptamente por un retiro voluntario en el momento culminante de la carrera, o a causa de lo imprevisible, como en el caso de Elvis y Gardel, en el terreno artístico. Y más cercanos, Gilda y Rodrigo. 


El resto habla por sí solo. La supervivencia del ídolo va más allá del instante trágico, cuando el espíritu popular legitima su impronta. 


Gilda, “La reina de la cumbia”, logró formar parte de la trama social aniquilando diferencias de clase. Su vigencia se recrea permanentemente: “No me arrepiento de este amor” fue la canción elegida por la cerveza sponsor de nuestra selección en el último mundial (2006); “Corazón Valiente”, en la voz de Natalia Oreiro, es la cortina musical de “Sos mi vida”, una de las novelas top actuales. Apareció intermitentemente en “Se dice amor”, otra de las tiras románticas emitida en horas de matinée, donde Alicia Zanca encarnó a una de sus devotas seguidoras y Eugenia Tobal, interpretó el clásico “Fuiste”. Gilda está presente en cánticos de las hinchadas de futbol, aparece en el imaginario del filme de Mariano Mucci, “El boquete” y su vida misma es un proyecto cinematográfico que convoca múltiples posibilidades de realización. 


El escritor Washington Cucurto, titulo una de sus relatos con nombre de “Noches vacías” homenajeando a la maestra bailantera. Una calle tucumana lleva su nombre y como si fuera poco, es respetada y admiradas por figuras del pop y del rock. Leo García comento en una entrevista de un club de fans: “-para mí, Gilda es el ángel de la música, pero de toda la música. Ella representa eso. Como está Santa Cecilia, para la Iglesia Católica, pero más grande todavía. Es como la santidad de la música popular. Sigue estando viva y presente siempre”. 

Un santuario al borde del camino

 

Desde ese fatídico 7 de Septiembre de 1996, el escenario de la tragedia se convirtió en santuario. Un convocante destino para la peregrinación de los miles de seguidores que cosechó, la artista en vida. En el kilómetro 129 de la ruta 12, en Entre Ríos, el comerciante Carlos Maza, incondicional admirador de Gilda, se encargó de levantar esa suerte de altar simbólico y de organizar muchos homenajes que se sucedieron durante los años posteriores al accidente. La construcción es precaria, pero muy sugestiva: una sola pared de ladrillos, dos flancos cubiertos con lonas y los restantes abiertos. Sobre esa pared se advierte una suerte de vitrina que contiene un corazón rojo. A su alrededor se multiplican las ofrendas, tan diversas como las que ornamentan los santuarios erigidos a la vera de los caminos. 


Rosarios, flores, llaves, zapatos, lentes de sol, banderines de futbol, estatuas de Cristo, camisetas dedicadas, gorras…y, por supuesto, infinidad de velas. Cuando llegan al lugar, lo peregrinos rezan. Luego algunos dejan registrada su presencia. “Milagrosa Gilda, te rogamos que, por tu intermedio, Dios y la muy Santa Virgen nos liberen de nuestros enemigos corporales y espirituales”, pueden leerse en la plancha que registra los pedidos de los visitantes. Los restantes escritos no hacen más que confirmar la categoría de “Santa” que Gilda conquistó en el corazón de sus admiradores. 


En cada aniversario, los fans llegan al lugar por medios propios o a bordo de los que ofrecen los responsables de la movida bailantera. Por supuesto que no todos los peregrinos son anónimos. Algunos de ellos gozan de una celebridad mayúscula, como es el caso de Ricky Martin, quien visitó el santuario como un admirador más. Eso no es todo. La fama que envuelve a la desaparecida artista es tan vasta que en varias ocasiones, la ceremonia fue transmitida vía satélite a varios países latinoamericanos. 

bottom of page