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Gilda

La santa de la música y el amor

En un hogar de clase media, en un barrio porteño cualquiera, Miriam Alejandra Bianchi imaginó una vida sin grandes logros ni sobresaltos.
BBC Mundo  - 21/08/2006

Educada en un colegio religioso, y de profesión maestra, Miriam fue desde joven el soporte de su familia.

Tenía sólo 16 años cuando, en 1977, murió su padre y debió hacerse cargo del hogar. Se casó luego, tuvo dos hijos, y guardó para sí su pasión por la música y el deseo secreto de convertirse en cantante.

Todo cambió el día en que leyó un aviso en el periódico, en el que pedían vocalistas para un grupo musical. Su voz y su carisma le ganaron un lugar en una banda de género tropical, y su familia cedió, después de una oposición tenaz, a que incursionara en el mundo del espectáculo.

Miriam se convirtió en Gilda, en honor a la femme fatale que encarnaba Rita Hayworth en la película del mismo nombre.

En los comienzos de su nueva carrera conoció a Toti Giménez, compositor y tecladista, quien más tarde se convertiría en su pareja y, según dicen los que conocieron de cerca a la cantante, en el hombre encargado de forjar la leyenda de Gilda.

Fue él quien la convenció de lanzarse como solista y la apoyó en la lucha contra las compañías disqueras, que por entonces creían que el mundo de la música popular era exclusivo para voces masculinas.

La imagen angelical de Gilda fue parte de la estrategia de marketing de su carrera de cantante.

 Para algunos una santa, para otros una intermediaria ante Dios: Gilda es el modelo de devoción de estos tiempos, al que los creyentes sienten que pueden hablarle de igual a igual 

Al corazón de la bailanta

"De corazón a corazón" se llamó su primer álbum, editado en 1993. A éste le siguieron otros dos, y después llegó "Corazón Valiente", el más exitoso de su carrera.

La fórmula funcionaba a la perfección: letras sobre amores contrariados, una imagen entre seductora y angelical, y centenares de presentaciones para que los fans pudieran verla en vivo y en directo.

Gilda se convirtió así en un torbellino que revolucionó el mundo de la bailanta, un género popular inspirado en la cumbia colombiana que suma adeptos entre las clases populares en la misma medida en que es mirado con desdén por los intelectuales.

Tenía 35 años cuando ocurrió el accidente trágico que le costó la vida, en septiembre de 1996. Sucedió cuando transitaba con sus músicos en un autobús, intentando cumplir con una seguidilla agotadora de shows.

En la llamada "ruta de la muerte", la número 12, que une el noreste argentino con Paraguay y Brasil, el bus fue embestido por un camión, y la cantante murió en el acto, junto con otros seis pasajeros. Entre ellos, su madre y su hijo menor.

Poderes sobrenaturales

Gilda ya había ganado en vida fama de sanadora.

La misma cantante relató, en varias entrevistas, que recibía visitas de fans que creían que ella podía curar enfermedades. Le pedían, simplemente, que los tocara o abrazara.

Muchos de ellos se presentan cada año en el santuario erigido a la vera de la ruta 12, para dar testimonio de la intervención milagrosa de Gilda en sus vidas.

Para algunos una santa, para otros una intermediaria ante Dios: Gilda es el modelo de devoción de estos tiempos, al que sus fieles sienten que pueden hablarle de igual a igual.

Le llevan flores de plástico, vestidos de novia, instrumentos musicales... a cambio de curaciones, trabajo o éxitos artísticos.

Más tarde, una serie de acontecimientos contribuyeron a alimentar el mito: una cinta con una grabación casera en la que Gilda cantaba sobre una imaginaria despedida sirvió de prueba para sus seguidores, que creen que la artista podía predecir el futuro, e incluso su propia muerte.

También, una serie de coincidencias en torno al número siete adquirieron carácter místico.

Siete personas fallecieron en el accidente, a las siete de la tarde de un día siete. Y con el número siete estaba rotulada la bolsa de la morgue en la que se llevaron los restos de la cantante, después de rescatarlos de entre los hierros retorcidos.

Esa montaña oxidada de lo que alguna vez fue un autobús, está en el centro del Santuario de los Milagros de Gilda: un emprendimiento humilde, fruto del esfuerzo particular de uno de los tantos creyentes en esta cantante devenida santa.

Allí, todos los 7 de septiembre llegan aquellos que buscan música, salud y algo de amor.

Creado por Tina María

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