Horacio y Gabriela o Requetedivertidos, que era el nombre oficial del programa, marcaron un hito. No sólo lograron el entusiasmo de cientos de miles de niños en buena parte del Uruguay y una atención religiosa frente a los televisores, sino que supieron posicionar productos entre los pequeños devotos, y dar nuevas pautas para la televisión infantil durante los años noventa.

El programa comenzó en 1988, cuando Canal 4 recibió la idea que era llevada adelante por el publicista Jorge Barreto.

Horacio Rubino, la estampa masculina del show, señaló que "la producción se comunicó conmigo y resolvieron que fuera una pareja" la que realizara el éxito que se proyectaría todas las mañanas desde la calle Paraguay por cuatro años.

Gabriela Lopetegui, la chica que se vestía con un look infantil y vívidos colores en sus ropas, y Horacio, se conocieron haciendo teatro en la Asociación Cristiana de Jóvenes.

Rápidamente el programa en los tres o cuatro primeros meses de transmisión fue líder indiscutido en audiencia infantil, desbancó al célebre Cacho Bochinche y terminó siendo el predilecto de la generación.

El programa, como casi el 100% de los emitidos en la televisión nacional, buscaba vender y lo hizo y todavía lo hace. Los alfajores Portezuelo fueron un producto al que dejaron parado hasta el día de hoy, le dieron el perfil, le encontraron el público y hasta lo hicieron perdurar con las mismas características durante casi veinte años. Editaron cuatro cassettes, ganaron 4 placas de oro y dos de platino. La fórmula consistió en canciones pegadizas, interpretadas por los dos conductores, bases instrumentales de moda, rock y pop simplón, algunas aventuras del corazón, covers y una prosa sencilla.

Los juguetes son los bienes supremos de cualquier niño, por lo menos los de clase media, y en el programa uno de los más promocionados fue el camión Bronco de Plamil, un jeep 4 x 4, que era desarrollado 
para diferentes aventuras oníricas infantiles.

El yoyo de Horacio y Gabriela compitió con el de Cacho Bochinche, vendiendo miles y miles de unidades del tradicional divertimento.

También había shows fuera de pantallas los fines de semana, como en el Parque Rodó o uno realizado en el Cilindro Municipal que colmó las instalaciones en el año 1990.

Los video clips, que por ese entonces Alfonso Carbone se encargaba difundir en el Uruguay, fueron una experiencia que tomó el dúo y la hizo propia.

Había una tribuna de pequeños bailarines y bailarinas con no más de doce años de edad, pero luego los productores consideraron que el grupo de baile debía ser exclusivamente femenino.